fragmento de mi tesis de especialista "la poesía infantil como recurso para la formación de valores ... "

Reflexión para educadores, orientadores, psicólogos, padres y madres de familias, soñadores y formadores entusiastas y afanados de nuestra generación de relevo.

Cabe hacerse esta pregunta: ¿De dónde proviene ese desdén con que reaccionan muchos niños, adolescentes y jóvenes cuando se le habla de poesía?, la misma que Adricaín (1997) se formulaba ¿Cuál es el origen de esas expresiones de burla o superioridad que transmiten sus rostros cuando se les pregunta si les agrado la lectura del poemas?. Es muy seguro que hayan surgido de una tergiversación social del sentido de la poesía. Conviene dejar en claro algunas de ellas.

Según el análisis de autor antes mencionado, se dice con mucha frecuencia que la poesía y la figura del poeta se asocia con alguien de:

… exaltado romanticismo, desasido de la realidad, con los pies en las nubes, hiperestésico, un poco loco. El vínculo poesía-locura está profundamente arraigado en el imaginario social; una constatación de esa asociación de conceptos las tenemos en el refrán “De poetas y de locos todos tenemos un poco”. A ese poeta estereotipado, en el mejor de los casos, se le mira con benevolencia; en el peor, con un velado o explícito desprecio.

El verdadero poeta es una persona sencilla, detallista y con una sensibilidad e inteligencia social ejercitada por el deseo de querer expresarse con libertad y belleza de todo lo que con interés y asombro extrae de su entorno físico o psicológico, es alguien que quiere ver más allá de sus propias narices, es alguien que capta como lo expresa el autor antes citado “la esencia del acontecer y su ritmo interno”. Es una persona común y silvestre que hace uso de las palabras como aquel carpintero que cuida y pule sus herramientas de trabajo con amor, con afán y sobre todo mucho respeto, o como el pintor que le da un uso afectivo a sus pinceles, paletas y colores.

Además, el poeta de las palabras para Adricaín (1997) “… se sirve para compartir esta singular visión de las cosas y los fenómenos que observa (incluyendo su propia subjetividad), con ellas crea esa imágenes y cadencias musicales que aprecia en sí mismo y en lo que le rodea”. (p.45)

Sin embargo este poeta es desdibujado por una tergiversación que toca los cimientos mismos de la esta cultura propia de los países latinoamericanos: el machismo. Se asocia la poesía con un acto femenino, se ubica la lírica como “cosa de mujeres y de afeminados”. Una situación que es a todas luces sin sentido, pero acontece.

Otra mala interpretación en torno a la verdadera naturaleza de la poesía es como lo señala Andricaín (1997) “… es la afirmación de que es cosa de artistas, de intelectuales, patrimonio exclusivo de un sector social muy delimitado” (p.48). Quienes piensan así le roban el carácter democrático que tiene la poesía. Ella es como el sol para todos y de todos. Siempre han surgido las élites, los grupos selectos y los círculos cerrados que le arrebatan esa bondad pública al discurso poético. La poesía es o en todo caso debería ser una realidad incluyente y no excluyente, todos los seres humanos pueden hacerla, sentirlas y disfrutarlas. El quehacer poético como lo es el uso de la inteligencia no es un privilegio de algunos, por el contrario es un fenómeno inherente y humanizadora del ser humano. Cualquier persona puede hacer poesía y hasta degustarla. El acercamiento a ella debe hacerse, en el mejor de los casos, desde una edad temprana como la que tienen los niños/as en su etapa escolar e inclusive antes.

págs 45-46. trabajo realizado en el I.P.R. "El Macaro" Turmero Edo. Aragua, 2007 Autor: William Manz