Nada me suministra más felicidad que saberla tan mía

Nada tiene su urgente sensualidad,  su grato y natural perfume, nada es delicada y lozana como la suavidad de los pétalos de las rosas inmarchitables que viven en su piel, nada es más hermoso que verla con su sonrisa y su cabellera tan libre adornada por un rojo clavel. Eres la fruta madura  la más divina mujer, nada  tiene tan profunda belleza como la posee con tanto gusto Usted

Nada tiene su estatura de luceros, nada es más inspirador como su hermosa y refulgente mirada. nada es más sutil y mágico que saber que su nombre es cantado en plena dulzura por el Mozart del universo . El odio y la ira se angustian ante Usted, quedan reducidos a pergaminos perdidos  en el relato del Arca de Noé

Nada tiene su alegría, su noble y melodiosa hidalguía, su estilo tan de mandarinas  y tan lleno de ademanes de armonía, la vanguardia de su arte, su artera fe, la esperanza y el deseo batallador que sobre lo inmisericorde de la guerra florezca anhelante la bendición humanizadora de la fresas de la paz, en todas las horas del día y en todos los día del mes

Nada me suministra más felicidad que saberla tan mía, cuando no estás, mi linda, con verdadera ansias amorosas mi ser la busca sumido en un atento frenesí, preciosa reina de majestad sinfín, cuando Usted  se asoma por sus ojos hace suyo el mundo y todo recobra su valor desde lo más diminuto hasta la belleza verde-azulado de un ciprés.

MILMAYOS