"... Sabes Dios que angustias te acompañó y que dolores viejos calló tu voz, para recostarte arrullada en el canto de las caracolas marinas ... ", tal vez vivisteis innumerables tristezas como las que vivió Alfonsina junto a su odisea lírica frente al mar, entonces para ese momento sin poder hacer algo por tí, sin saberlo, mi linda, por no conocerte aún no hice nada, pero desde que te ví desde que te amaron mis ojos y luego todo el resto de mi ser, estaré presto a todo por salvaguardarte, como un guardián, surtidor feliz de tus sueños de amor, para que el hechizo de lo malo, no desdibuje, nunca más, tu sonrisa, bandera de tu belleza serena y sin igual, mi vida.
Te expreso a través de estás palabras vestidas de dulce miel y con la dignidad redentora que poseen los suspiros más entregados al amor apasionado, tórrido y sincero, los cuales proveen desde mis sentimientos un estandarte feliz de los parabienes de este corazón que es profundo por tí, y que invoca a Dios, para la fuerza que siempre me moverá hacia tu trigal, junto a una llovizna de miles de bendiciones, sin final.
Lo cual constituye una especial licencia que me da la vida junto al poder del lenguaje de amor que otorgan las flores, expresión romántica del código insigne de esta ardiente emoción que se yergue para siempre en el tiempo desde que te descubrí brillando por la luz, la sabiduría, la simpatía y la gran verdad humana que guardas. ¡Qué el Amor alto e inmenso te bendiga, princesa, en la plenitud de tu belleza!!!
Milmayos