jueves, 21 de mayo de 2020

Todas mis heridas.

Mujer:
Eres siempre de lo sublimemente inmenso, del fulgor del amor y también de todo lo grato, de lo que aupa el azul de los cielos y aviva mis anhelos, la que con bondad recupera lo que el agravio, en otros tiempos, había desecho.
Eres de la flor y también de lo crucial tan dulcemente espléndido, mujer de mi paz, mujer de mi amor, mujer de lo mágico, y también de lo muy humano y de lo excelso.
Surcas feliz como una gaviota la infinitud del cielo, el armonioso vuelo de la vida; cuando tu alma me cura con dulzura y un sinfín de afectos, el menoscabante efecto de todas mis heridas.
Eres la plenitud que nos presenta el pleamar en el horizonte más elaborado y fresco, el vaivén de las olas que se deslizan armoniosamente en la plenitud de un mar inmenso.
Eres de la inquietud del sol, la muy exuberante alegría. Mujer de toda mi dicha, de todo el fervor de discurrir con amor el afán de estar feliz a tu lado, las hermosas horas que maravillan la poesía de tus días.
Tuyo,
Milmayos

El amor es poesía

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