Educar para la vida. a través de la poesía

Cuando era un niño, por puro cariño le hice una poesía a mi maestra, duré una semana haciéndola, una semana convenciéndome de que se la debía entregar, después que la hice pasaron dos semanas más o menos para encontrar el momento adecuado de entregársela en sus propias manos, estaba cumpliendo el mes de trazarme la meta de querer halagar a esa esmerada docente.

Al darle la poesía en una hoja acompañada de algunos dibujos de paisajes naturales, recuerdo que la docente para mi sorpresa la recibió y la miró muy por encima como a vuelo de pájaro y la metió dentro de un grupo de hojas en una carpeta, sin pronunciar palabra, terminó de copiar la tarea en la pizarra. Ella no se había dado cuenta que era una poesía y menos de que era el esfuerzo afectivo y no literario hecho con el fervor de un niño de nueve años.

Luego de lo cual, a los días me la devuelve. Me quedé frío del susto, cuando me atreví a leer lo que había escrito en la hoja de mi poesía, me llevé la sorpresa, solo aparecía la corrección de algunos errores ortográficos, y el señalamiento de que debería mejorar la caligrafía, ese frío resultado fue lo que recibí en el corazón de quien la veía como una segunda madre, era mi primera experiencia de entregar una poesía a una persona que no fuera mi querida madre.

Pasado el tiempo estudié Educación y seguí siendo poeta, así pude entender mejor la actitud de una docente bien preparada en lo meramente cognoscitivo como era la regla para ese entonces y aún en muchas partes lo sigue siendo, una preparación para impartir solamente conocimientos y disciplina, sin valorar mucho lo afectivo y sin tener la empatía suficiente para ponerse en el lugar de un(a) niño(a).

No me ocurrió lo que al Principito de Saint Exupery que después que entregar un dibujo a un adulto ante la reacción que tuvo éste, no volvió a dibujar más nunca, en mi caso no se frustró mi corazón para la poesía gracias a mi madre.

La poesía es, entre otras cosas bellas y buenas de la vida, una infinita posibilidad de educar la ternura, lo afectivo, los valores, la imaginación y capacidad de soñar que poseen todos los seres humanos, que tanta falta está siendo en este mundo, apadrinado por los lógicos, racionales y bélicos esfuerzos de un grupo de personas que solo quieren acumular más y más poder, prestigio y lucro a expensas de la suerte e indignación de cualquier cantidad de seres humanos desplazados y excluidos de toda posibilidad de realización humana y colectiva.

Más aún, son élites del poder económico mundial que recurren a las armas cuando de ven amenazados o las invasiones cuando alguna crisis les afecta, sin importarle el futuro de la humanidad, la cual está amenazada, sobre ella cuelga la espada de Damocles poniendo en peligro el derecho a la vida de las próximas generaciones, pues el planeta podría ser devastado por la contaminación cada vez más creciente gracias al consumismo y a la amenaza nuclear.
MILMAYOS

 MILMAYOS